La Primavera Árabe es el nombre con que la
prensa internacional ha calificado a una
serie
de revueltas populares en los países árabes acontecidos entre 2010 y 2013.
El conferenciante sostuvo que desde el 17 de
diciembre de 2010, en que el frutero tunecino Mohamed Bouazizi se inmoló y
quemó a lo bonzo -muriendo en enero de 2011-
se inició la revolución
tunecina y,
posteriormente, se encendió toda la franja norte de África.
Si bien empezó como protestas populares, en
varios países el asunto creció sistemáticamente y el levantamiento civil tomó
un protagonismo global.
En Túnez y en Egipto las rebeliones
derrocaron a los respectivos gobiernos en pocas
semanas,
pero en países como Libia o Siria, el gobierno respondió violentamente y se negó
a abandonar el poder, lo que llevó a la población a armarse y a comenzar
guerras civiles en ambos países.
En Libia, los rebeldes insurgentes derrocaron
a las fuerzas gubernamentales seis meses después del inicio de la revolución.
Sin embargo, en Siria, la guerra se ha prolongado y el impacto bélico
intensificado; sin avistarse un fin cercano y con registros que estiman en
cientos de miles la cifra de muertos; muchos ven en la situación de Siria el
lado más oscuro de la Primavera Árabe. En cambio, en los restantes países, la
rebelión solo se ha visto plasmada en pequeñas protestas y manifestaciones.
La primavera árabe que transformaría democráticamente Oriente
Próximo ha resultado ser un periodo de violentas incertidumbres y
realineamientos geopolíticos inesperados. Los optimistas estrategas de la
promoción de la democracia no previeron que la caída de los dictadores podría
generar una fragmentación violenta de la región con ondas expansivas.
Las
alianzas tradicionales se modifican en la región a medida que emergen nuevos
actores. Este nuevo mapa estratégico que se va configurando redefinirá el papel
de Occidente, que está perdiendo influencia.
Pero hoy día puede haber un silencio
cómplice de los medios occidentales. En Lampedusa, para llegar a Europa, los inmigrantes africanos se juegan la vida.
Pero esto nos afecta y nos influye cuando nos toca el bolsillo; recordemos que
Libia y Argelia suministran gas para
España.
¿Qué pasa con las minorías religiosas? Los gobiernos occidentales, a grandes rasgos
no se han preocupado. Los cristianos de estos paises (Marruecos, Argelia,
Libia, Túnez y Egipto) viven en la clandestinidad; y recordemos que estos
países fueron cristianos antes que musulmanes. En ellos se tolera a las
comunidades cristianas y católicas, pero no se puede anunciar abiertanente la
fe cristiana.
La «primavera árabe» esta siendo un desastre
para los derechos fundamentales, para
las mujeres(no se les ha dado más derechos, por ejemplo en Libia se
impone el velo a las mujeres y se vuelve a la poligamia) y para los cristianos
(que ven recortados y anulados sus exiguos derechos, máxime cuando son
perseguidos y atacados en las propias iglesias).
No han sido movimientos religiosos los detonantes de las revueltas, pues
había hambre de pan y de libertades de la gente, pero sí han traído una
islamización de todos y cada uno de los países, en lo social y en lo religioso.
La «primavera árabe» ha cumplido unos
incipientes objetivos sociales y populares contra unos regímenes que venían de
atrás, pero no hay democracia, ni se han respetado los derechos de la mujer ni de las minorías religiosas, ni
se han cumplido los objetivos y expectativas generadas en las revueltas.
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