El pasado jueves 3 de abril, a las 8 de la tarde en el Aula de Cultura de la c/ Clavellina de Cáceres, y organizada por la Delegación de Fe y Cultura de la diócesis de Coria-Cáceres, tuvo lugar la conferencia de D. Jesús Sánchez Adalid, titulada: “La verdadera historia de Jesús de Medinaceli. Treinta doblones de oro”, en referencia al título de la última novela escrita por el autor.
La conferencia tuvo una masiva asistencia y
suscito un vivo interés en los participantes. Prueba de ello fue la gran
cantidad de personas que se acercó a conseguir un libro dedicado por el autor
al final de la ponencia.
El autor extremeño precisó que esta novela
tiene una base de investigación histórica, aunque él escriba novelas históricas
en sentido puro, esto es, que el escenario cumpla el principio de
verosimilitud.
La conferencia tuvo como marco contextual la
situación en España durante reinado de Carlos II (1665-1700), uno de los
“momentos intermedios”, poco conocidos en la larga historia de España. Pese a
que en esos años no se registraron grandes pérdidas en los dominios imperiales,
el reino peninsular se sumió en una gran crisis política y económica que ninguno
de los validos o favoritos que, de hecho controlaban el poder, fue capaz de
atajar.
Dentro de esas circunstancias históricas se
desarrolla la trama de esta novela, una de las pocas
ambientadas en tan lamentable periodo. La acción transcurre entre 1680 y 1682 y
tiene como protagonista a un joven -Cayetano- que se emplea como auxiliar del administrador
de un anciano comerciante sevillano cuyo negocio está a punto de quebrar. Precisamente
en ese año de 1680 se consumó el traslado de todo el comercio marítimo con las
colonias americanas desde el puerto de Sevilla al más amplio y accesible de
Cádiz, lo que ocasionó la paralización casi total de la actividad económica de
la ciudad. En esta situación, el joven percibe sus escasas posibilidades de
cobrar el salario acordado y se dispone a buscar otra ocupación más lucrativa. Mientras
tanto, el comerciante en apuros recibe noticias de que en la isla de la Palma,
en el archipiélago canario, le aguarda la herencia que su padre le ha legado y
de cuya existencia no tenía noticias.
Animado por esta buena noticia, decide
trasladarse a las Canarias con toda su familia, tanto más cuanto que ha perdido
su hogar sevillano al no afrontar el pago de la hipoteca que pesaba sobre él. El
protagonista, enamorado como está de la joven que vive acogida a la protección
del comerciante, decide permanecer en su puesto y unirse a los viajeros,
esperanzado además ante la perspectiva de horizontes financieros más prósperos.
La inesperada muerte del cabeza de familia refuerza aún más este propósito, ya
que la viuda le pide que la acompañe a Santa Cruz de la Palma para hacerse
cargo de los bienes de su marido.
Debido a la escasez del dinero disponible,
la viuda, la joven que la acompaña, el administrador y su ayudante embarcan en
un navío muy modesto que, además, no va directamente a Canarias sino que debe
hacer escala previa en una plaza fuerte de la costa marroquí que pertenece a
España desde 1614, donde descargará una partida de alimentos. Desembarcan allí
a la espera de otro barco que los lleve a Canarias, pero mientras aguardan la llegada
del navío en San Antonio de Ultramar o la Mamora, una tropa marroquí ataca la
fortaleza y hace prisioneros a todos los que están en ella, incluidos los
viajeros. Son trasladados a Mequinez, en el interior de Marruecos, en calidad
de cautivos del sultán y son alojados en casa de un bonetero donde permanecerán
bajo custodia hasta que los frailes trinitarios gestionen su rescate.
Y aquí aparece el sustrato de la novela,
que es la verdadera historia de la imagen de Jesús de Medinaceli, que es la
talla de un Ecce Homo, realizado en Sevilla en el taller de Juan de Mesa.
También por ella hubieron de pagar rescate los frailes trinitarios, por valor
de treinta doblones de oro. Una vez desembarcado en la península, este Jesús
Nazareno llegó a Madrid, tras un largo recorrido, en 1682.Durante varios siglos
sufrió sucesivos y azarosos traslados para quedar, desde 1939, instalado en el
lugar donde actualmente se le venera, en la Plaza de Jesús de Medinaceli.
El autor al final de la novela explica con
una amplia y bien elaborada nota histórica, las fuentes documentales precisas y
lo que hay de verídico en su contenido. En especial se destaca la impresionante
labor humanitaria de los frailes dedicados a reunir dinero para pagar los
rescates de los que carecían de medios propios para hacerlo, como era el caso
de los personajes centrales de la novela.
Finalmente, tras un interesante y animado
coloquio, concluyó esta interesante actividad cultural.
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