lunes, 7 de abril de 2014

Gran participación e interés en la conferencia de Jesús Sánchez Adalid: ‘La verdadera historia de Jesús de Medinaceli’


El pasado jueves 3 de abril, a las 8 de la tarde en el Aula de Cultura de la c/ Clavellina de Cáceres, y organizada por la Delegación de Fe y Cultura de la diócesis de Coria-Cáceres, tuvo lugar la conferencia de D. Jesús Sánchez Adalid, titulada: “La verdadera historia de Jesús de Medinaceli. Treinta doblones de oro”, en referencia al título de la última novela escrita por el autor.
La conferencia tuvo una masiva asistencia y suscito un vivo interés en los participantes. Prueba de ello fue la gran cantidad de personas que se acercó a conseguir un libro dedicado por el autor al final de la ponencia.
El autor extremeño precisó que esta novela tiene una base de investigación histórica, aunque él escriba novelas históricas en sentido puro, esto es, que el escenario cumpla el principio de verosimilitud.
La conferencia tuvo como marco contextual la situación en España durante reinado de Carlos II (1665-1700), uno de los “momentos intermedios”, poco conocidos en la larga historia de España. Pese a que en esos años no se registraron grandes pérdidas en los dominios imperiales, el reino peninsular se sumió en una gran crisis política y económica que ninguno de los validos o favoritos que, de hecho controlaban el poder, fue capaz de atajar.
Podemos considerar a 1680 como un año horrible del siglo XVII pues además de la ruina generalizada y la devaluación del vellón se sumaron varios hechos importantes como sequías, sobre todo en Andalucía, e incluso terremotos que destruyen los pocos alimentos disponibles. La tierra de casi toda Andalucía se secó, los frutos se quemaron, los granos se perdieron, los campesinos se fueron a mendigar a otras provincias, los ganados perecieron. Se encareció el pan, y por su carestía murieron muchos. Para colmo de males, la flota de Indias se hundió tras salir de Cádiz, por un tremendo temporal. Toda España estaba destrozada tanto física como moralmente. Y quien mejor lo ejemplifica es la antaño esplendorosa Sevilla.
Dentro de esas circunstancias históricas se desarrolla la trama de esta novela, una de las pocas ambientadas en tan lamentable periodo. La acción transcurre entre 1680 y 1682 y tiene como protagonista a un joven -Cayetano- que se emplea como auxiliar del administrador de un anciano comerciante sevillano cuyo negocio está a punto de quebrar. Precisamente en ese año de 1680 se consumó el traslado de todo el comercio marítimo con las colonias americanas desde el puerto de Sevilla al más amplio y accesible de Cádiz, lo que ocasionó la paralización casi total de la actividad económica de la ciudad. En esta situación, el joven percibe sus escasas posibilidades de cobrar el salario acordado y se dispone a buscar otra ocupación más lucrativa. Mientras tanto, el comerciante en apuros recibe noticias de que en la isla de la Palma, en el archipiélago canario, le aguarda la herencia que su padre le ha legado y de cuya existencia no tenía noticias.
Animado por esta buena noticia, decide trasladarse a las Canarias con toda su familia, tanto más cuanto que ha perdido su hogar sevillano al no afrontar el pago de la hipoteca que pesaba sobre él. El protagonista, enamorado como está de la joven que vive acogida a la protección del comerciante, decide permanecer en su puesto y unirse a los viajeros, esperanzado además ante la perspectiva de horizontes financieros más prósperos. La inesperada muerte del cabeza de familia refuerza aún más este propósito, ya que la viuda le pide que la acompañe a Santa Cruz de la Palma para hacerse cargo de los bienes de su marido.
Debido a la escasez del dinero disponible, la viuda, la joven que la acompaña, el administrador y su ayudante embarcan en un navío muy modesto que, además, no va directamente a Canarias sino que debe hacer escala previa en una plaza fuerte de la costa marroquí que pertenece a España desde 1614, donde descargará una partida de alimentos. Desembarcan allí a la espera de otro barco que los lleve a Canarias, pero mientras aguardan la llegada del navío en San Antonio de Ultramar o la Mamora, una tropa marroquí ataca la fortaleza y hace prisioneros a todos los que están en ella, incluidos los viajeros. Son trasladados a Mequinez, en el interior de Marruecos, en calidad de cautivos del sultán y son alojados en casa de un bonetero donde permanecerán bajo custodia hasta que los frailes trinitarios gestionen su rescate.
Y aquí aparece el sustrato de la novela, que es la verdadera historia de la imagen de Jesús de Medinaceli, que es la talla de un Ecce Homo, realizado en Sevilla en el taller de Juan de Mesa. También por ella hubieron de pagar rescate los frailes trinitarios, por valor de treinta doblones de oro. Una vez desembarcado en la península, este Jesús Nazareno llegó a Madrid, tras un largo recorrido, en 1682.Durante varios siglos sufrió sucesivos y azarosos traslados para quedar, desde 1939, instalado en el lugar donde actualmente se le venera, en la Plaza de Jesús de Medinaceli.
El autor al final de la novela explica con una amplia y bien elaborada nota histórica, las fuentes documentales precisas y lo que hay de verídico en su contenido. En especial se destaca la impresionante labor humanitaria de los frailes dedicados a reunir dinero para pagar los rescates de los que carecían de medios propios para hacerlo, como era el caso de los personajes centrales de la novela.

Finalmente, tras un interesante y animado coloquio, concluyó esta interesante actividad cultural.

No hay comentarios:

Publicar un comentario